Cuando uno ve 5 estrenos seguidos de series españolas la realidad se difumina, en cuanto una es menos mala que las otras, le parece maravillosa. Y me gustaría poner las cosas en su sitio.
Las series españolas no me gustan. Por ahora. Puedo ver que Cuestión de sexo es mucho mejor que las demás, puedo ver buenas maneras, chistes graciosos, puedo reirme y pasar un buen rato. El segundo capítulo me lo grabaré, lo veré y nos reiremos. Pero lo haré por un tema de curiosidad, no será por placer. Por placer veo otras cosas. Las series españolas no me hacen sentir NADA. A las series españolas les falta verdad.
El otro día no sé por qué me acordé de un capítulo de Sexo En NY. Es de la sexta temporada, se llama El derecho de la mujer a elegir su calzado. Cada vez que en foros se habla sobre esta serie aparece esta palabra: irreal. Esas mujeres no son reales, dicen.
El capítulo es así. Una amiga de Carrie tiene un bebé y organiza una fiesta de nacimiento. Carrie compra el regalo (de una lista) y va a la fiesta. Nada más llegar al piso le hacen quitarse los zapatos para que el bebé no esté en contacto con la porquería de la calle. Cuando Carrie se va de la fiesta, descubre que sus zapatos han desaparecido. Eran unos Manolos. La dueña de la casa le pide perdón y ya. Carrie vuelve otro día para ver si los zapatos han aparecido. Su amiga le propone pagárselos, pero cuando Carrie le dice el precio (470 dólares) la mujer alucina, le dice que le dará 200 y le explica que es una madre con 3 hijos, que tiene otra vida muy distinta a la de Carrie, con muchos gastos y que no puede estar financiándole sus caprichos.
Carrie se siente fatal. Pero llega a una conclusión, ella durante toda su vida le ha hecho regalos a su amiga por dos mil dólares, que si la boda, que si los 3 nacimientos de los niños, que si el nuevo piso y ¿si ella eligió ser soltera? ¿Por qué no ha recibido nada? Los regalos son para celebrar la vida que uno elige. ¿Por qué ella no puede celebrar la suya? Así que le manda una invitación a la amiga, Carrie ha decidido casarse consigo misma. La lista de bodas está en Manolo Blahnik y en ella solo hay un regalo. La amiga va a la tienda y compra los zapatos. Al final del capítulo Carrie corretea por la calle con sus Manolos plateados mientras piensa que "a veces es difícil meterse en la piel de una mujer soltera, por eso las solteras necesitamos zapatos de piel muy especiales para hacer la vida más divertida".

Cualquiera que vea el capítulo lo primero que piensa es en los zapatos: Esas mujeres son irreales porque nadie se gasta 470 euros en unos zapatos. Esas mujeres son reales, porque esos guionistas tampoco se gastan 470 euros en los zapatos, ellos hablan de sí mismos y lo encauzan a la realidad de esas cuatro mujeres. Con la excusa de los Manolos durante 20 minutos te hacen una disquisición sobre la sociedad, sus normas establecidas y el paso del tiempo. Quedarse con la anécdota de los zapatos es un error. Y las solteras se emocionan al ver a Carrie saltando con sus zapatos, que no son unos zapatos, son un premio a su libertad (no de ser libre, sino de elegir ser lo que quiera). Y todas las casadas que han dejado al bebé en la cuna para dedicarle 20 minutos a su serie, se emocionan y recuerdan aquello que perdieron o aquello que ganaron.
Sexo en NY soltaba verdades y te hacía sentir cosas. Y tenía el plus del sexo (explícito como en pocas) que estaba ahí todo el tiempo, pero digamos que se apoyaba en el sexo o lo usaba como excusa para hablar de los hombres y las mujeres, de sus manías, de sus relaciones y del amor.
Cuestión de sexo se queda en la anécdota. No profundiza. Y una cosa no quita la otra, se puede ser una comedia y a la vez emocionar. Y con emocionar no me refiero a que Willy Toledo vuelva con su mujer y los dos decidan en vez de practicar el sexo, pegarse un atracón de comida encima de la cama. No, eso no emociona. Para emocionar hay que contar la verdad. Hay que dejarse de historias y abrirse. ¿Qué hombre le dice a una mujer en plena calle "No te deseo"? ¿Qué mujer lo acepta y se queda tan pancha? Hay que escribir sobre lo que uno sabe, ha vivido, ha sentido. Y no sobre lo que uno imagina que pasaría si...
En Sexo en NY ninguno de esos guionistas se ha comprado unos zapatos de 470 dólares. Pero muchos alguna vez en su vida se han sentido culpables por ser solteros. Y esa es la verdad.