Que los casting son lo mejor de los realities es algo que a nadie se le escapa. Y está claro que la eficacia de uno no implica el éxito del otro. Lo que no se puede hacer es pretender que cualquier casting sea válido. Una cosa es cantar -hacerlo muy mal o muy bien siempre es un espectáculo- y otra cosa es intentar ser gracioso. Que un tío pretenda ser cómico y no lo sea no tiene ni puta gracia.
Los únicos casting válidos son los que buscan condiciones privilegiadas, es decir, saber cantar, saber bailar o medir un metro ochenta y ser preciosa. No hay más.
Ver gente estúpida y mediocre soltar gilipolleces no es divertido. No creo que haya nada más aburrido que un casting de Gran Hermano. El casting tiene que ser serio. Para que haga gracia, el participante tiene que creer que tiene talento.
Este martes empezó Fama ¡A bailar! en Cuatro, tuvo un 5% de share. Al día siguiente hizo un 7%. No creo que suba, pero lo que está claro es que sus incondicioanles lo seremos para siempre.
Fama tiene muchas cosas buenas. Por un lado suena música de verdad. No hay copla ni Bisbal. No hay lugar para mucho intrusismo. El que no tiene voz nunca va a poder cantar bien por más que aprenda. En cambio el bailarín se hace con trabajo. Uno no nace bailando. Así que la mayoría son bailarines profesionales. Pero luego están los otros, esos que han aprendido en casa, frente al espejo. Y esto es maravilloso. Porque el rollo Flashdance es total. No solo hay chicas que no han bailado nunca encima de un escenario, además son pobres y han perdido a su familia por enfermedades terminales o terribles accidentes.

Que un chico pobre cante bien emociona. Pero es su voz, estaba ahí desde el principio. Sin embargo que un chico pobre aprenda a bailar solo y se monte sus coreografías en su piso de 30 metros, es la leche. Que nadie se lleve las manos a la cabeza con esto. Estaba cantado que iban a explotar el lado más sensacionalista. Queremos ver a Leroy Jhonson y queremos verlo bailar con los leggins rotos.
Nos tienen acostumbrados a que cantar no tenga ningún mérito, en High School musical cualquiera sale al escenario y canta una canción recordando antes que jamás en su vida había cantado nada. En Rebelde Way, en SMS, los grupos musicales se forman como quien hace un grupo de estudio. Y si la rubia lo deja, ya cantará la peliroja. Da igual. Pero a ver quién hace un UPA Dance sin una escuela de baile. Sería ridículo.
Además están las implicaciones sociales. Cantar no significa nada. Bailar sin embargo sí. Al bailarín se le cuelga el sambenito de marica desde pequeñito, y eso será así siempre. Así que las posibilidades dramáticas son infinitas.
En Fama se aprovecha cada debilidad, el obstáculo triunfa. Y lo más importante, el resultado es tangible. El chico baila y su talento queda claro al primer paso. No importa la música que suene. Y tampoco importa si imitan o no, porque nosotros de baile no tenemos ni idea.
Eso sí, tengo mis dudas acerca de cómo funcionarán las galas cuando se terminen los castings. Porque una cosa es ver bailar a un chico durante 30 segundos para demostrar que vale, con una coreografía creada por él y otra muy distinta es hacerlo bailar después de un complicado proceso de aprendizaje ¿Será eso interesante? ¿Con qué podremos comparar? ¿Cuánta gente sabe algo de ballet? ¿Y cuánta ha ido a algún musical? Yo me lo voy a pasar pipa, porque soy adicta al musical y Bob Fosse es mi héroe.
Lo mejor de todo esto es que están cogiendo a verdaderos freaks, que no tienen pinta de bailarines y que es probable que puedan superarse y dentro de nada convertirse en bailarines de verdad. Ésta creo que es la gracia del concurso, e intuyo que la cosa irá po ahí. Marcos por ejemplo es uno de ellos. Quiero verlo triunfar. Quiero que lo peinen, que le quiten las gafas y lo conviertan en cisne.
El martes también se estrenó otro programa, esta vez en Antena3. Se llama Al pie de la letra y está basado en el programa americano The singing Bee que consiste en que la gente se sepa la letra de las canciones y para eso, claro, tiene que cantarlas. Y esto tiene varios hándicaps. Estamos en España por lo tanto las canciones siempre van a ser una mierda, allí cantan a los Beatles, aquí a David Bustamante. Por otro lado el concursante no tiene por qué saber cantar y no se entiende si leen o no las letras. Así que no parece que tenga mucho mérito.
Hay un hándicap peor. No se trata de que las canciones sean simplemente malas, se trata de que todas las canciones se han oído mil veces en otros concursos. Es decir que suena todo lo que ha sonado en Operación triunfo (la directora es Noemí Galera) pero hay algo más, el resto de canciones son de ex concursantes de OT. Cantan a Chenoa, a Fórmula abierta, a Natalia, así que es el frito sobre el frito.
Pero miren una cosa. Pensarán que cantar mal es gracioso. No! vuelvo a lo de antes. Cantar mal es gracioso sólo cuando uno cree que canta bien. Sino es un puto infierno.
Éste tuvo un 23% de share. Y la verdad que no me extraña nada. Mientras Pereza, La oreja de Van Gogh y Melendi vendan discos, yo de España me creo cualquier cosa.