- "Hospital Central: Tolerancia cero”: 21.3% y 3.770.000
- “El Internado: La caja de música”: 19.8% y 3.491.000
- “Desaparecida: Día 22”: 15.7% y 2.990.000
Ayer en Digital plus había fútbol, quizás eso ha influido. Pero hay varias cosas que destacar, primero, que Hospital central bajara 4 puntos y que Desparecida bajara 3. Resulta que el miércoles de la semana pasada no hubo capítulo de esta última, así que es probable que su público durante su ausencia se enganchara a los misterios de Laguna Negra, o al chico sin ombligo, pero la verdad que El internado lleva varias semanas con el mismo 19% así que posiblemente se deba a otras razones.
Antes de hablar de Desaparecida me gustaría hacer unos apuntes sobre El Internado: laguna negra. No sé si se acuerdan de que durante la temporada pasada nos habíamos enganchado a esta serie porque nos la tomábamos como una comedia, pues esta vez ni eso, ha perdido hasta la gracia, es aburridísima. Además ha pasado una cosa que sirve para explicar uno de los principales defectos de las series españolas.
Les cuento. Resulta que la primera temporada acaba con un muerto. El cuerpo de un alumno es encontrado en el bosque y cuando se lo comunican al director, durante la cena, vemos que faltan casi todos los protagonistas adolescentes. Iván (el hijo de la Torné), Marcos (el gallego), Cayetano y Roque (lo que me ha costado encontrar los nombres de estos dos en Internet porque no me acordaba). Mientras ves eso, sabes que Iván y Marcos no pueden ser los muertos, porque sino una legión de niñas enloquecidas destrozarían las instalaciones de Antena3, Roque, el de Compañeros ni de coña se puede morir, por eso de la nostalgia, así que solo queda ese que sobra. Efectivamente el muerto es Cayetano.

Cuando encuentran al crío, aquello nos da igual porque la verdad que no sabíamos nada del personaje. Y eso que estamos en la segunda temporada. Nada emociona claro, porque ese chico nos sobraba desde el principio, sus frases de diálogo podían servir para él o para el extra que pasaba por allí, ni tenía presencia ni personalidad. Pero, se les ha muerto. Así que todos sus compañeros empiezan a hablar de él, y dicen cosas muy interesantes y le dan vida a un personaje que nunca la había tenido. Se deja caer hasta que estaba enamorado de Elena Furiase, de lo que yo no me había enterado. Y de pronto, crean un flashback en el que Héctor, el director, 12 años antes, le promete a Cayetano, que es un crío, que cuidará de él. Encima el que hace de Cayetano es el niño de El orfanato que se come la pantalla y tú te preguntas, pero esto qué es. ¿El tal Cayetano tenía un pasado? ¿Pensaba? ¿Sentía? ¿Y por qué no se ocuparon antes de que lo supiéramos?
Me he cansado de leer que toda la culpa de que los guiones sean flojos es de productores y cadenas que no hacen más que pedir cambios y distorsionar las ideas sensatas. Pero yo no me imagino a un productor tachando frases de un guión "Esto no, por favor, sirve para definir al personaje ¿es que te has vuelto loco? no podemos gastar una línea en un secundario de relleno". No, no me lo imagino, y no creo que pueda pasar nunca. Por supuesto que luego está la dirección, el actor, el montaje todo puede tener la culpa. Pero vemos un producto, y ese producto es lo que cuenta, no lo que queda en el camino.
La cuestión es que un personaje no necesita una escena para él solo para definirse. Una acción determinada, una frase, un gesto preciso son suficientes. Y no, que cuente que sus padres se van a separar ni lo define ni significa nada, es una frase en la boca de un actor.
Y haber perdido la oportunidad de emocionar con la muerte de un chico es bastante grave. Hay muchos errores y lagunas en esta serie, pero nada tan importante y sin embargo tan sencillo como eso.
Sobre Desaparecida tengo bastantes cosas que decir, aunque la verdad es que nunca me he enganchado porque me parece un poco aburrida. A ver... me voy a explicar. Creo que es la mejor ficción española que hay actualmente. Creo que uno de los culpables es Miguel Angel Solá, un tipo brillante capaz de levantar cualquier porquería. Sigo explicándome antes de que me acribillen a insultos. El otro día estaba viendo una escena de la serie. La verdad que la Sargento (Esther Ortega) que ayuda a Solá no me gusta nada, está siempre seria y con la misma cara de cabreo. No me gusta ni cómo habla ni me la creo dándole réplicas a su compañero, que encima es super natural al hablar (y que tiene que luchar contra un acento que le sale del alma, difícil de ocultar). Pues esta Sargento se reúne con un hombre, director de instituto, que le habla del sospechoso. Hace el típico interrogatorio, intenta sonsacarle algo al hombre que parece reacio pero que al final se decide a hablar. Entonces vemos algo que sucede mucho en la ficción española, digamos que es una constante, da igual el género, el formato o el estilo. Siempre pasa y se debe generalmente a 1) falta de presupuesto y 2) la manía de pensar que el espectador es gilipollas. Se trata de: La explicación. O lo que es lo mismo, que un pesonaje suelte una parrafada.

Así que suena el teléfono en el despacho de Solá, es la Sargento que le cuenta lo que ha dicho el director del instituto. Pero a ella no la escuchamos, solo a Solá que lo repite "Ah, que te ha dicho que el hombre había tenido un asunto con una chica de segundo de bachillerato, vaya, esto significa que había precedentes, muy bien, ah vale, que la familia de ella no denunció... claro no querían hacerlo público... el colegio tampoco, tiene sentido..."
Pero sucede una cosa, esto, que es costumbre en una serie común, aquí toma otro cariz. Es maravilloso de la boca de Solá. Todo este interrogatorio de mierda en aquella sala del instituto es aburrido y molesto, pero Miguel Ángel Solá lo convierte en arte. Créanme lo que les digo, dejen a este hombre solo en un cuarto con un teléfono y nos hace una serie maravillosa. No necesitamos más. Estoy convencida de que Solá es la razón de que Desaparecida sea tan buena. estoy convencida de que los matices de su personaje parten de decisiones personales más que de guión. Y lo sé porque lo intuyo, porque no veo nada de eso en los demás que son más bien de cartón piedra.
De cualquier manera, quiero decir que me parece un error el punto de partida de Desaparecida. Aunque nada más enterarme de su existencia me pareció una idea estupenda. Justo en medio de la hecatombe de Portugal y los Mcann, iba a empezar una serie sobre una niña desaparecida. Pero claro, de la realidad a la ficción hay abismos. Y esto no se ideó como un documental, sino como un culebrón. Cuando estamos en un trhiller con una chica desaparecida, aunque parezca extraño y suene a tópico (la tele necesita de tópicos sobre todo si estamos hablando de TVE1 y de prime time) sólo podía tener dos salidas: Que Patricia Marcos apareciera muerta en el primer capítulo, que no apareciera muerta nunca.
Lo que no puede ser, y el medidor de audiencias me está dando la razón, es que durante 6 capítulos buscaran a una chica viva y a partir de ahí, se convirtiera en un Twin Peaks. No, no puede ser porque hay esperanzas. Tenemos esperanza de que la chica viva y no pueden jugar con nosotros. Hay un capítulo en que aparece una prostituta muerta, creían que era la chica. No, no pueden hacer eso porque nos desentendemos.
Hay dos maneras de ver series 1) verlas porque te divierten sean o no comedias 2) verlas porque te enganchan.
Esta serie no entretiene como House o como Medium, no se trata de capítulos autoconclusivos que te sirvan para pasar el rato y desconectar, no, hay que prestar atención porque se trata de un culebrón. Entonces vamos al punto dos, el culebrón tiene que enganchar, tienes que querer ver el siguiente capítulo para no perderte un hecho determinado, por ejemplo, que se besen los protas de una vez (The office), que le quiten los brackets (Yo soy Bea), que se sepa si Ellen es o no culpable (Damages) y solo pensar en perderte esa información te obliga a estar ahí capítulo a capítulo. En Desaparecida ya no vamos a ver a Patricia Marcos viva. Y la trama detectivesca es taaaaan lentaaaaaa, pasan tan pocas cosas en cada capítulo y hay tan pocos giros, que uno puede decidir saltársela por semanas enteras que es lo que está pasando ahora mismo.