31 mayo 2006

Veo Crónicas Marcianas

Yo era parte de ese 35% de share y además de estar orgullosa de serlo no tenía ningún problema en decirlo: Veo crónicas, claro, como tú y como un millón de personas más. Me río, me encanta. Y no, no me molesta que griten. Y no, no me parece una basura.

De la desaparición de Crónicas se pueden decir muchas cosas, todas tristes, y una de ellas es la alegría de aquellos que odiaban el programa y que se quedaron a gusto. Siempre me ha hecho gracia toda esa gente que cuando hablaba del programa repetía diálogos enteros de algunos tertulianos. Para no verlo era toda una hazaña.

Yo me pregunto, por qué se alegra uno de que un programa desaparezca? Si ven otras cosas o tienen la tele apagada ¿Qué les importa lo que haya en tele5? Además todo el mundo sabía que la cosa no podía cambiar a mejor. Estaba TNT. Pero ellos sólo querían que Crónicas desapareciera.

En este momento la cosa es tremenda. Antena3 tiene a Buenafuente que vale, es un gran showman pero es un poco rancio. No sé, se me hace un poquito oscuro el plató y me deprime. Hay momentos buenos, pero no tengo la paciencia necesaria para esperarlos. El problema del programa es que es para un ratito. Dos horas son un montón.

Un día estaba yo viendo la primera y me asusté. Había un hombre calvo maquillado como si se hubiera quedado dormido en la playa. Primero pensé -y esto lo digo totalmente en serio- que era una parodia como las de homozzaping en la que imitaban a Paco Lobato (el calvo de la Fórmula 1). Pero luego vi que aquello no era una imitación, que era real y que se trataba de Alfonso Arús.

Yo creo que este programa lleva meses -o años quizás- en la parrilla pero yo lo pillé hace poco. Hay invitados ilustres como la madre de Stallone que se dedica a leer el futuro a través de los culos de las personas y los colaboradores son un montón de chicas rubias que sonríen de vez en cuando y miran a la cámara con gracia. Decir no dicen nada. Entre los colaboradores está también la mujer de Arús, que es algo así como la voz del pueblo y la única que pregunta cosas que importan. ¿No les pasa mientras ven un Salsa rosa -además de llamar varias veces cabrona a Angela Portero- que se dan cuenta de que nadie es capaz de preguntar lo que realmente importa? Pues esa impotencia no se vive en el prgrama de Arús, porque para eso está su mujer.

Por ejemplo, el otro día entrevistaban a Andrés Velencoso (el modelo catalán que sale con Jlo en la campaña de Vuitton) que no soltaba prenda acerca de su vida privada. Y yo pensando, a mí me da igual saber quién es la novia de este tío. Yo solo quiero saber si la cabrona es modelo o si es una persona normal (cabrona también claro, pero si tiene celulitis como que me parece mejor). Y eso mismo le preguntó la mujer de Arús. Pero esa novia que tienes ¿es o no es modelo? Y yo flipando ¡esa mujer me leía el pensamiento!

Bueno, pero lo importante ¿es bueno este programa? No, es una mierda.

He pensado que aquí iría bien una foto de Arús pero luego me decidí por una de Velencoso.


Y por último está el programa de Eva Hache que no está mal. Eso sí, tanto chiste escrito a mí me preocupa. Cada día parece más el club de la comedia. Le quitan naturalidad al asunto. Hay que soltarse un poco, que no se puede ser showman y estar leyendo todo el rato. Ensayen más por favor. Luego está el asunto de los standups y los entrevistadores "caiga quien caiga". Ya cansa esto no?

Miren a John Stewart que hace el mismo programa y no hay nada de eso. Dejense ya de entrevistar a gente estúpida con preguntas imbéciles. Guionicen, actúen, monten. Que ya está bien. Por lo demás el programa estupendo.

De Odiosas prefiero no hablar. Caiga quien caiga les puso una querella o algo peor por plagio. Pero bueno, antes del programa de Cuatro cabezas estaba Desesperado club social y hacían lo mismo.

Pues eso, que las noches han cambiado. Ahora son aburridas. Sardá vuelve, pero por Dios, antes aféitate.

25 mayo 2006

Cine dentro de la tele

El séquito (Entourage) es una nueva sitcom de Canal plus. Siento no ser más específica pero desde la llegada de Cuatro no sé distinguir ningún canal digital. Vamos, que es en el dial 1, los sábados por la noche.

Esperemos que no la vean los de Izquierda unida porque la prohibirían por mostrar una imagen estúpida de la juventud.

El séquito cuenta la historia de 4 chicos de Queens que comparten casa. La gracia está en que uno de ellos es una joven promesa de Hollywood, la casa que comparten es una mansión y entre todos no suman un cerebro.




Kevin Dillon (el hermano de Matt), jerry Ferrara, Adrian Grenier y Kevin Connolly son los 4 nuevos ricos que se enfrentan en cada episodio a problemas tan simples como decidir si comprar un Rolls Royce o un Mercedes, o si gastar o no 300.000 dólares en un Home cinema. Y a otros más complejos como participar o no en una película con guión horrible de director francés sin referencias, a cambio de 4 millones de dólares.

Como en todas las sitcom americanas, la clave está en los personajes:

Vincent Chase es la estrella. Físicamente parece salido de algún cuento de Rohmer, pero mentalmente es como un Ashton Kutcher pasado de porros. No parece tener inquietudes y hasta leer un guión le parece una pérdida de tiempo. Su estupidez solo es superada por su altísimo poder de seducción.


Turtle es el inconsciente, hace de chofer, lleva recados y claro, como es el más feo se tira siempre a la más fea. Y casi siempre a cambio de unos vaqueros usados por Vincent.

Eric es el listo. En realidad este es el prota. Es el personaje con más matices, tantos matices como pueda tener el prota de una sitcom claro. Es esa especie de amigo-manager que se lee los guiones e intenta aconsejar como puede. Es su mano derecha, la izquierda y el cerebro. La cosa es que Vincent ya tiene un manager (Jeremy Piven). Así que Eric busca su lugar en el mundo. Sabe que es imprescindible, pero no sabe hasta qué punto debería meter la mano y aquí está la gracia del personaje.



Mi favorito -siempre hay uno- es Johnny "Drama" Chase (Kevin Dillon). Es el hermano de Vincent, un actor tan malo como solo Joey podría serlo. Pero éste hace pelis porque su hermano lo enchufa. Siempre pelis de acción claro, y con guiones espantosos. Pero él se cree cojonudo. Folla siempre, pero eso no se lo debe a su hermano.



En uno de los capítulos Eric, el listo, se encuentra con su ex. Y deciden despedirse para siempre con un polvo. Después, durante la comida, los 4 amigos hablan de lo que ha sucedido. Eric les cuenta el encuentro amoroso y les explica que ha sido un "polvo de despedida". Drama pregunta sorprendido y totalmente en serio "¿Pero hay otra clase de polvo?".

Hay cameos y referencias para aburrir. No os la perdáis.

24 mayo 2006

Las chicas de la tele

En los Globos de oro, los Emmy e incluso los Oscar hay un momento realmente emocionante. Es el momento de llorar como una magdalena porque se va a entregar el premio a la mejor actriz. Es el momento más esperado por todos excepto por Jaume Figeras y Ana García Siñeríz que solo esperan que cualquiera con apellido hispano gane algo, y es entonces cuando los uruguayos son españoles, los chilenos de Chamberí y el mundo se une para siempre.

Pero es en los premios de televisión, que se subdividen en drama y comedia, cuando nuestros sentimientos se multiplican. Porque para ganar en drama solo hay que afearse un poco y llorar bastante, pero ganar en comedia es más complicado, porque hay que hacer reír. Y yo lloro mucho cuando una actriz que me ha hecho reír gana un premio de televisión, porque pienso que le va a costar muchísimo volver a ganar otro.


Debra

No me imagino a Debra Messing (Will & Grace) recogiendo un Oscar (ya saben, a no ser que le cambien la nariz y tenga que hacer de carmelita). Ha estado nominada siempre a cualquier premio de televisión y se ha llevado menos de los que le tocaban. Su Grace Adler es de esos personajes que marcan la televisión. Desgarbada y perdedora. Torpe, patosa, atolondrada. Enamorada y siempre sola.

Will & Grace parte de un punto de partida eficaz. La tensión sexual entre los protas será constante porque él es homosexual. Y esto parece surrealista, porque a no ser que estemos en una peli de Kevin Smith, la gente no cambia de tendencia sexual y la historia de amor nunca podrá cuajar. Pero como estamos hablando de guionistas de verdad se marcan un embarazo de Grace para reconducir la serie hacia una historia de amor asexual que va a ser el leit motiv de las últimas temporadas.

La serie dejó la parrilla para siempre en estos días. Fueron 7 temporadas de éxito. Un éxito marcado por el enorme talento de los secundarios, (por desgracia en España doblados como el culo y peor traducidos), y por sus diálogos rápidos, ingeniosos y llenos de referencias a la cultura televisiva americana que aunque locales, nos resultan más cercanos que los que les escriben a los personajes en este país.


Lauren

Que la serie sea cursi no le resta méritos a Lauren Graham que hace de Lorelai Gilmore como solo ella podría. Una madre que ha tenido a su hija a los 16 no puede ser otra que una madre super guay. Y sí, se llevan bien. ¿Es un delito?. Pero a veces Rori tiene problemas con la colada y Lorelai no encuentra sitio donde comprar café molido. Son problemas tremendos si lo pensamos bien. (Yo si no tomo café por la mañana tengo unas migrañas horribles).

Pero cuando una ve un capítulo de las Chicas Gilmore, además de comprobar que está enganchada porque no es más que un culebrón, no puede evitar dejarse embobar por las más de 900 líneas de diálogos que hay en cada guión. Es la serie con más líneas de diálogo de la historia de la televisión. No le gana nadie. Y mira, es una manera como cualquier otra de desmarcarse.

Me encanta el sarcasmo en las líneas de Lorelai, sus neurosis de ciudad y sus antojos. Y sí, me hace reír. Y lo bueno de esto es que entre tanto mundo de yuppi, cuando pasa algo realmente grave y los personajes se ponen serios, a una se le acongoja el alma. Me gusta las chicas Gilmore, más ahora que hace dos temporadas (ha habido un par de temporadas realmente flojas que me hicieron pensar en tirar la toalla). Creo que los capítulos pierden con los abuelos que son un coñazo. Y creo que en los tête á tête madre hija es cuando logra los momentos clave.


Shelley

Hay chicas y chicas. Pero sólo hay una Diana. La musa de Cheers. La más repipi de todas. La intelectual que cambió su carrera de literatura para servir mesas con el más elemental de los seres humanos, Sam Malone.

Diana era lista y eso se contraponía con un montón de personajes de inteligencia difusa. Y es gracias a la brillantez de estos secundarios que su personaje se hacía imprescindible. Eran su complemento y ella los complementaba a todos.

Pero no hay Diana sin Shelley Long. Y aunque el nivel se mantuvo porque a los guionistas les sobraba el talento, cuando dejó la serie, Cheers se quedó vacía.




Jane

Otra eterna nominada y siempre a las puertas, Jane Kaczmarek, es algo así como un milagro. Lois, la madre de Malcolm in the middle, no era precisamente la madre de La tribu de los Brady. Ella no pillaba infraganti a los hijos fumando. Sus hijos la pillaban fumando a ella. Con el dinero justo, trabajando horas extras, lidiando con 4 hijos infernales, su baza era no dejar de reír.

Lois y Hal se amaban tanto que daba mucha grima. Eran los padres más desastrozos de la televisión. Y eso los hacía encantadores.

Nunca olvidaré el capítulo en el que Lois va a clases de baile, se imagina que lo hace de maravilla y solo al final del capítulo nos damos cuenta, a través de una cinta de vídeo, de que era una ilusión, que en realidad era una bailarina horrible.


Cynthia

Si tuviera que elegir una actriz de Sexo en Nueva York me quedo con Cynthia Nixon. Supongo que porque su personaje me hacía reír más que nadie, porque era la más ingeniosa, la más lista, la más sacástica. Y podía hablar de pedos en público y hasta tirárselos con elegancia. Era la que cuando lloraba te desarmaba. La que llenaba la pantalla de pelo rojo y ojos azules. Nunca 4 actrices se complementaron mejor, pero el alma de Sexo en Nueva York es y será siempre Miranda Hobbes.

23 mayo 2006

Intercambio de esposas

Todo el mundo debería cambiar de familia al menos una vez. Yo necesitaría un poco de campo, algo profundo, para solucionar mi problema de compra compulsiva. Podría recoger manzanas y hacer compota y la que se cambie conmigo tendría que pasar la mañana recorriendo la blogosfera y la tarde recorriendo todos los H&M de Madrid para ver si hay algo diferente en alguno.



Esta idea tan divertida a los de Izquierda unida les ha parecido horrible. Hace unos meses solicitaron la retirada de la programación de Telemadrid de Intercambio de esposas (versión cañí). La web de telemadrid es un suplicio y no me veo con fuerzas de comprobar si sigue o no en parrilla. Yo su versión nunca la vi.

Izquierda unida dice que el programa da una imagen sexista y retrógrada de la mujer. ¿Y esto que tiene de malo? Yo lo veo estupendo. El programa americano está lleno de parejas machistas. Ella cuida de los niños mientras él trabaja y los dos están de acuerdo en que el trabajo del hombre está muy por encima del trabajo de la mujer. Él no es capaz de barrer la cocina ni de lavar un plato ni de preparar una cena. Pues que quieren que les diga, que haya una nueva esposa que lo diga, lo muestre e intente cambiarlo me parece buenísimo. Porque eso existe. Está ahí. Y hay que verlo y enseñarlo.

El programa original consiste en lo siguiente. Se intercambian las esposas. Cada una llega a su nueva casa, que está vacía y lee las normas, lo que suele hacer la esposa a diario y sus obligaciones. Llegan los maridos, se presentan, se conocen y comienza la nueva vida. Pero a la semana las nuevas esposas cambian las normas de la casa y revolucionan la familia a su conveniencia.

En la versión americana hubo un intercambio entre una pareja convencional (ella ama de casa y él trabajador) y una pareja de mujer trabajadora y marido amo de casa. Y se intercambiaron las mujeres claro. La nueva esposa del amo de casa no hacía más que buscarle trabajo ¡¡¡eres un hombre!!!¡¡¡ Como no se te cae la cara de vergüenza de no trabajar!!!! ¡¡¡Los hombres de verdad trabajan!!!!

Pero casi siempre ganan los buenos, y los retrógrados descubren que hay negros, gays, y amos de casa… y que son personas estupendas. Bueno, a veces les cuesta llegar a estas conclusiones.

Recuerdo aquel programa en el que intercambiaron a un clon de Condoleezza Rice (física y mentalmente) con una madre lesbiana que vivía con su pareja. Pues bien. Tenían que ver la cara de la ultra conservadora mientras comprobaba que en aquella casa no había fotos de hombres. La mujer intentaba hacer un puzzle mental y todos los resultados le salían fatal.

El ama de casa lesbiana hizo muy buenas migas con el marido de Condoleezza. Él descubrió que las lesbianas son personas y no como le hacía creer su mujer. Pues bien. Cuando todo acabó y por fin Condoleezza volvió a su universo de Pin y Pon lo primero que le preguntó a sus hijas fue “¿Tuvisteis miedo? ¿Os tocó?”.

Hay cosas que no tienen arreglo. Pero es bueno que alguien lo vea. Y le repugne. Así a lo mejor relacionando caras, cambia el voto.

Me encanta cuando mezclan defensores de los animales con cazadores furtivos. Hippies con maniáticas de la limpieza. Compradoras compulsivas de papel higiénico con expertas en ahorro. Yo no digo que esto sea televisión de calidad. Soy consciente de que es basura pero podría ser peor. La lucha libre ¿es peor no?

En España se hizo un programa como éste pero sin sexismos, para no molestar a nadie. Se llamaba Préstame tu vida. E intercambiaban gente. Daba igual que fueran mujeres u hombres.

El programa lo presentaba Ana García Lozano que es esa mujer que llena la pantalla de credibilidad. Si esa mujer hubiera presentado Hay una carta para ti, hubiera sido un programa elegante. Es la preysler de la tele.


En uno de los programas la actriz porno Anastasia (que por cierto ahora se operó las tetas -y eso que su baza era la imagen de niña-, engordó y se oscureció el pelo) se iba a un pueblo de Toledo. Allí. Solita. A convivir dos semanas con una familia y a lidiar con el pueblo entero. Mientras que la de toledo que era carnicera tenía que convivir con las pornostars en Barcelona.



Pero la diferencia entre este programa y el americano es que aquí lo que se defendía era una identidad. Y esto no es lo mismo que ser más o menos ahorradora o más o menos guarra.

Este programa dejaba en evidencia la desaprobación ante el cambio, ante las ideas contrarias, ante lo desconocido. Y eso, aunque duela, es lo que pasa cada día en este país.

En otro programa un siniestro que emulaba a Robert Smith, tenía que vivir también en un pueblo a cambio de un marido machista que iba a compartir un piso dejado de la mano de dios lleno de crucifijos y de imágenes diabólicas. Al final se llegaba a la conclusión de que por mucho que se maquille un hombre, sigue siendo un hombre y que por mucha cruz invertida que se lleve, uno no deja de ser cristiano.

En fin… un despropósito de malos sentimientos, donde nadie ganaba nada. Excepto la certeza de saber que no hay vida mejor que la de uno.

21 mayo 2006

¿Sueñan los ejecutivos con arañas gigantes?

Imagino las oficinas de los grandes estudios de televisión cualquier día del mes de mayo. Las imagino como una nochebuena en familia. Todo el mundo corriendo de un sitio a otro, la hermana buscando esas medias que creía que estaban en ese cajón. El hermano viendo la MTV a volumen suficiente como para no escuchar los gritos de una madre que lleva 6 horas encerrada en la cocina y que pregunta que si puede álguien barrer el salón. Imagino a un padre preguntando también a gritos que donde está el cepillo. Imagino el caos.

Pero quizás no sea así. Quizás haya un ejecutivo sentado en una gran mesa, entonces se abre la puerta y entra su ayudante. Se sienta. Se miran. El ejecutivo piensa unos segundos y dice “No, sí, no, no”. El ayudante cierra los ojos y se muerde un labio.

-“¿¡Qué!?” pregunta el ejecutivo con cierto interés.

-“Alias, Verónica Mars, Invasión, Señora presidenta” contesta el ayudante.

-“Vaya por dios” dice el ejecutivo y añade “Anda, tráeme una ensalada césar pero sin picatostes que ayer me estuvieron repitiendo todo el día”.

Esperemos que no. Pero es escalofriante. Piensen que existe un hombre que sabiendo que hay cientos de miles de personas enganchadas a una serie, toma la decisión de mandarla a tomar por culo.

De las series que hay actualmente en la parrilla se han ido a la mierda Alias, Invasión, Señora presidenta, Everwood, Malcolm in the middle, Arrested development, Joewy, The west wing, Surface, Reunion… y muchas más.

The west wing se fue porque la serie llegó al final.

Malcolm por razones obvias, los niños han crecido. Aguantó 7 temporadas y todas ellas con el mismo nivel. Una serie grandísima.



Arrested tengo entendido que bajó muchísimo de calidad y claro de audiencia. Joewy no sé si llegó a tener calidad pero la audiencia la había abandonado.

Pero bueno, con las comedias como éstas no pasa nada… terminan y a uno no se le pasa por la cabeza tirarse a la vía del tren. Las sitcom sin tensión sexual se pueden ir al cielo de las series.

Alias sí que es una putada para los fans, porque tenía muchos. Es de esas series de audiencia baja constante que no es lo mismo que audiencia que baja constantemente. Este tipo de series nunca deberían salir de la pantalla. La fidelidad debería tener algún valor.

Y este también es el caso de Verónica Mars, que sí se quedó. Gracias a Dios.

Renovaron también Smallville, Supernatural y ante las caras atónitas de los fans, Gilmore gilrs que se suponía que ésta iba a ser su última temporada.



No hay criterios claros. No se sabe qué les mueve a hacer estas masacres porque a veces ni siquiera es la audiencia. Simplemente necesitan ese hueco para la nueva "Lost" y no encuentran otro. O quizás es simplemente el meado del nuevo directivo que necesita marcar su territorio. Pero bueno... mientras sigan haciendo cosas como Prison break hay que besar donde pisan y si es necesario, sacar los picatostes de la ensalada con la mano.

19 mayo 2006

Interiores

Antes de hablar de "Intercambio de esposas" -a pedido del público- quisiera zanjar el tema de los dos post anteriores.

Si observamos estas fotos podemos ver dos sofás. El sofá de flores enormes del original "Married with children" y el sofá de diseño adamascado de la réplica española "Matrimonio con hijos".


Pues bien, centrémonos en el primer sofá. Una tela de redondas e inmensas flores naranjas, una tela que, casualmente ahora mismo, es el colmo de la modernidad. La estética retro ha vuelto y sí, se lleva.

Sin embargo en los 80, época en que nació la serie, este sofá era el sofá de la abuela. Era el colmo de la horterada. Era un insulto al buen gusto. Los 80 fueron los años del glamour, de la piel negra, del nuevo art decó, de la laca (la del pelo y la de los muebles) y del dorado pero nunca jamás de las flores. Las flores estaban prohibidas. Sólo las usaban en Falcon crest y a veces.

Por lo tanto, si en una serie había un sofá de estas características era porque los creadores querían dejar bien claro de qué clase de familia se trataba y por qué debían darnos tanto repeluz.

En el año 2006, al encargado de la dirección artística de la versión española de "Matrimonio con hijos" se le ocurre poner un sofá de tejido adamascado. Que así a simple vista, para los que no ojean la revista "Nuevo estilo" en la consulta del dentista, puede parecer hortera. Pero no. Es solo una ilusión. Si ahora mismo recorremos las calles céntricas de Madrid encontraremos estas telas en todas las tiendas de decoración. Ahora mismo es tendencia ¿¿Entonces qué?? ¿Que estos personajes son super modernos? ¿Que se gastan la pasta en "La oca" y por eso están todo el día quejándose del dinero? Es que no lo entiendo. No entiendo nada.

Yo creo que para hacer ficción hay una cosa imprescindible y es sentir verdadera pasión por los personajes. Y para hacer personajes hay que crear un universo, sin esto el personaje está perdido. Si esta gente no se preocupa por un detalle tan sencillo y tan definitivo como el sofá que sale en cada una de las escenas de cada uno de los capítulos, es que su serie le importa una mierda.

17 mayo 2006

Estados Unidos 1 - España 0 (segunda parte)

Hay cosas que en este país se hacen bien y son los realitys. Gran Hermano, OT, Supervivientes (estos incluso le salen bien a Antena3), no tienen nada que envidiar a los extranjeros. Supongo que esto es, sobre todo, porque nos encanta cotillear.

Pero luego están los realitys con glamour, y es aquí donde nos quedamos cojos, como sin fuerzas... Hablo de los programas cosmo que básicamente consisten en cambiar de forma radical el aspecto de una persona, de una pareja o de una casa para volverlo espectacular.

El programa de Cosmopolitan Queer Eye for the Straight Guy o lo que es lo mismo Operación G, es un programa formado por 5 gays que entran en la casa de un hetero y le reforman la existencia.
Está el encargado de los trapitos, que es el que los viste, el gastronómico que es el que les enseña a cocinar (esto es complicadísimo porque las víctimas no son simples heteros, son lo que se suele llamar despojos humanos que hacen cosas como mear en una botellita para no ir al cuarto de baño en las noches frías o cortarse el pelo en períodos no inferiores a 14 años), el decorador que les deja la casa como los chorros del oro, el estilista, que los lleva a la peluquería y el gay intelectual que no sé lo que hace exactamente, pero que es una monada.





Así que tenemos 5 gays y un día entero de compras, de transformaciones, de encuentros con la familia, de lágrimas, vamos, un fluir de sentimientos.

Normalmente los realitys funcionan porque el casting para elegir a las víctimas, que son los verdaderos protagonistas, está muy currado. Pero en un programa como éste, donde la víctima es una sola persona, que es llevada de aquí para allá durante todo el día y no se la deja meter baza, todo el peso está en los 5 presentadores.

En este caso, la capacidad de improvisación de los cinco presentadores es tremenda. Hay chistes constantes. Se atreven con todo y se complementan de manera ejemplar. Son como las Spice girls masculinas. En resumen, que tienen carisma, que son graciosos, que tienen talento.

Y no solo porque uno sabe mucho de decoración... eso es relativo. Este es un programa grabado, quizás tengan un guión, quizás este hombre no sabe ni quien es Le corbusier y sin embargo hace como que sí. Es lo de menos, es televisión, pueden ser actores y aprenderse el papel. La cuestión es que parece que lo saben todo y que lo hacen divinamente.

Pues bien. A Antena 3 le gustó esta idea tanto como a mí y compró el programa para hacerlo en casa. Entonces hicieron un casting para encontrar a los 5 presentadores y encontraron esto:




Así a simple vista parecen interesantes y algunos se parecen bastante a los originales. Pero solo basta pulirlos un poco para descubrir la réplica. Porque se equivocaron en todo. Estos no eran graciosos. Ni siquiera tenían personalidad propia. Imitaban al personaje original y punto. Pero claro, si esa imitación es mala pues ahí está el problema.

Bueno, de más está decir que el programa no duró ni dos domingos y como comentario al margen, las asocianoes de gays y lesbianas armaron una buena quejándose de lo sexista y machista de la propuesta. En este sentido creo que hay que tener un poquito de sentido del humor que nadie hace estas cosas para molestar a los demás.

El encargado de la sección de decoración, en la versión española, un chico llamado Gonzalo García tiene ahora mismo un programa en Cosmopolitan: Deco. En ese programa una espectadora - por ejemplo - pide que le decoren la casa, así que el presentador va a la casa, le dice qué está mal y juntos se van a comprar muebles y complementos.

Por la cara de la espectadora en su paseo por las tiendas, parece que es ella misma la que va a tener que pagar de su bolsillo todos los caprichos del decorador, así que el paseo resulta muy molesto de ver. Luego van a casa y juntos tienen que decorar, pintar, levantar muebles... dos personas solas, vamos, un aburrimiento.

Pero eso no es nada, que el montaje y lo que sucede sea un aburrimiento ya es jodido, pero es que además el decorador no es gracioso. Ni ingenioso, ni siquiera habla mucho y tiene un tono de voz bastante grave que invita a dormir.

Lo que yo no entiendo es: ¿por qué no lo ponen a él detrás de las cámaras y un actor más divertido hace de decorador? ¿para qué sirve el Final Cut? ¿no deberían montar de otra manera y cortar la parte aburrida?

Y aquí es donde yo quería llegar. Las partes aburridas. Si un presentador se va por ahí todo el día con una víctima, a recorrer tiendas, a hablar de lo que sea, a visitar un museo... habrá que grabar un montón y luego quitar lo malo, digo yo. ¿O es que todo es malo? ¿O es que no hay gente ingeniosa que pueda mantener el interés del público durante un rato? Yo conozco a mucha gente divertida. No entiendo por qué los que hacen estos castings no los encuentran.

Bueno, la versión española de Operación G, llamada El equipo G era un horror. Era aburrida. Que la víctima fuera igual de aburrida y que no tuviera el menor interés que le cambiaran su aspecto (será que en USA hay más despojos humanos que aquí) era otra historia. Pero lo que no puede ser es intenetar hacer un programa de estas características confiando en presentadores mediocres. Nosotros no tenemos tanta paciencia.

16 mayo 2006

Estados Unidos 1 - España 0 (primera parte)


No es que yo quiera comparar, pero es que cuando a álguien se le ocurre hacer una versión de Matrimonio con hijos está gritando "compárenme, por favor, compárenme". Y claro una compara. Y encuentra que la ausencia de Christina Applegate se hace inmensa, entre otras muchas cosas.


Yo entiendo que los actores españoles son versátiles y muchos de ellos estupendos. Entiendo que hay muy poco donde elegir dentro del grupo de actores de 30 a 50 años. Pero por más que yo encuentre a Ginés García Millán un actor cojonudo, no puedo verlo jamás, por más caras que ponga y por más camisas arrugadas que vista, como prota de esta serie, porque no, porque hay cosas que no.

Es como querer que Carmen Machi haga de vigilante de la playa. No. Seguro que es una actriz estupenda, pero no.

Es como si pusieran a Verónica Sánchez a hacer de psicóloga policial... ups, que eso lo han hecho ya.

Esto es cuestión de verosimilitud. Seguramente hay un hombre real que trabaja en una zapatería de mala muerte, que solo piensa en estar tirado en casa viendo la tele, y que tiene la pereza suficiente como para que el sexo se la sude. Un hombre con dos hijos pelmazos y patéticos que lo detestan y lo torean. O sea, un perdedor. Seguro que existe en la vida real y hasta puede que sea atractivo. No digo que no. Pero en la tele no. Y en la tele no porque además hay un precedente que es Ed O`Neill, el tío más feo, rancio y desagradable que ha dado nunca la televisión.




Aparte del gravísimo error de casting... todo suena muy teatral y no me refiero a la puesta en escena que es tan teatral como una buena sitcom se merece. Me refiero a lo demás. Es como si los actores no se creyeran lo que están diciendo. ¿No os pasa que en teatro a veces, solo a veces, un actor suelta la perorata y se nota el trabajo de memoria, de repetición y de tedio?

Y entonces una se pregunta ¿Por qué? Si la serie ya está. Si seguramente era más barato poner la original. Y entonces las respuestas son terribles.

La gente ve series españolas, americanas no. Da como repeluz.

10 mayo 2006

Doctor Christian Troy

Este post va dedicado a Nacho Vigalondo, que sé que en el fondo lo que más anhela en la vida es llegar a ser un Doctor Troy.

Julian Mcmahon había hecho cositas. Salía en Embrujadas, hacía de novio de Alyssa Milano y en aquella época esta chica me caía muy bien. Eso era porque él me parecía super normal. Vamos, que me daba igual. Ni fu ni fa.



Entonces llegó Nip Tuck y zas. Amor. Así, a lo bestia. Pregunté ¿quién es este hombre? Y me dijeron: salía en Embrujadas. Era el novio de Pheobe.

¿Ese es el diablo malo? ¿Pero qué le ha pasado? ¿Como ha podido volverse así, tan tan tan…? No me salía la palabra pero quería decir: DIOS.

¿Qué puede hacer que un hombre que pasa desapercibido se convierta en esa belleza?. No me lo explicaba.

Empecé a enamorarme de manera muy natural. Veía la serie sin mirar a casi nadie más que a él, en inglés claro, para oír su voz, y me hice un fondo de escritorio con su foto que previamente retoqué con el Photoshop para quitarme de encima al doctor Macnamara. Miren, no miento, es éste:



Pero entonces sucedió. Llegaron los Oscar y allí estaba él. El primero en la alfombra roja. Lo estaban entrevistando. Llevaba en los labios una especie de ¿brillo? Un esmoquin ... Muy normalito. Y a mí me estaba resultando demasiado hortera. Al principio me asusté. Me pregunté qué sensación podía ser aquella. Cómo era posible que no me pareciera arrollador.


Y claro, entonces me di cuenta. A mí Julian McMahon me daba completamente igual. Yo estaba completamente enamorada del doctor Troy. Pero no solo de su aspecto, que emboba mucho, sino de su exquisito gusto por la decoración, por ese toque entre hortera y minimalista que tiene su loft, porque nadie se sienta mejor en una silla Egg, porque las gafas de sol setenteras le sientan de maravilla, porque no es normal llevar así, tan tranquilo, las camisas abiertas hasta el segundo botón y por tantas cosas que no hace falta ni explicar.



Además de todo eso es un mujeriego desalmado, y su sadismo solo es comparable a su inmensa sensibilidad.

En fin, menos mal que no existe, sino ya me veo ofreciéndome a ponerme una bolsa de papel en la cabeza para… ups ¿Han visto ya ese capítulo?

07 mayo 2006

De la tele al cine y de vuelta a la tele

Cuando uno está en el cine no se puede ir, se tiene que quedar ahí aunque haya un griego andando duarante diez minutos por una calle tan larga como la vida (y más si estás en cualquier sala del cine Alphaville, donde no puedes salir de tu fila sin romper algunas rótulas).

Pero cuando uno está en casa, el placer de tener el dedito agazapado en el mando, acariciando ese puntito minúsculo que sobresale por encima del cinco, eso no tiene precio. Y yo lo sé y lo sabe Jota Jota. El rey de la tele.



J.J. Abrams sabe que en la tele hay que ser más rápido que nadie. Si tienes una pistola sácala en la primera escena y si vas a matar al bueno, por Dios, que sea antes de los créditos iniciales.

Y así empieza Misión Imposible III, con la rotundidad del miedo al zapping. Con la eficacia de los que saben mantener a su audiencia en desesperación extrema.



Así es él. Jota jota. Creador de Alias, de Felicity y de Lost. Que ha hecho una gamberrada divertidísima que utiliza todas las armas de un género explotado hasta el cansancio, y que lo único que le queda es reírse de sí mismo (solo hay que ver el constante cachondeo con el macguffin).

Juega a hacer todo lo que se pueda, llama a sus amiguetes para que hagan cameos. Solo faltaba que apareciera la Garner con una de sus pelucas rubias y se cruzara con Tom en algún aeropuerto ruso.

Ver a Felicity pegando tiros como una desalmada me provocó aun más emoción que ver a Jonathan Rys Meyers que me provoca mucha.



Kinépolis. Sala 25. Sonido aterrador. Termina. Comentarios unánimes. “Buf… Hay que ver”. Como esa frase final de “Brokeback Mountain”. “Hay que ver” (Habrá que esperar a verla en inglés para comprobar que la frase original era algo parecido a eso).

¿Cómo que hay que ver? ¿Qué hay que ver? ¿Qué pensabas ver en la sala 25 del Kinepolis con tus palomitas y con ese vaso de coca cola de litro y medio? La película se llama Misión imposible, no misión improbable. Estaba claro que Tom Cruise iba a saltar, a volar, a reptar por los árboles, por los rascacielos, por las nubes, iba a hacer cualquier cosa que tuviera que hacer porque para eso es Tom Cruise. Joder.

¡Me lo pasé tan bien! Y encima hoy me entero de que a Teri Hatcher durante el rodaje de la serie le explotó un foco en el ojo, muajajajajajaja. Esto... Perdón.

06 mayo 2006

Bree Van de Kamp

Cuando empezó Desperate Housewives enloquecimos. Lo tenía todo. Chistes, drama y un misterio aterrador. La imagen de un arca infantil aparecida en el fondo del lago fue definitiva. No podíamos dejar de verla.

Pero llegaron los premios y algo pasó. Algo ajeno a la serie. Fue como si la vida real se colara en la ficción para destrozarla. Las actrices habían estado nominadas a todo y los premios estuvieron super repartidos pero a Marcia Cross no le tocó ni uno.



Todo el mundo estaba nervioso. Somos muchos los fans. A nosotros no se nos olvida Melrose Place y no cogimos de buen agrado los rumores de enemistad entre ella y Teri Hatcher.

Teri Hatcher ganó un Globo de oro y saltó la polémica... que si lo había llevado al plató... que si Marcia se había vuelto loca. ¿Y quién no? Por Dios ¡qué manera de provocar!

Yo debo reconocer que también he sido fan de Teri, lo fui desde aquella comedia desternillante de David Schwimmer “Desde que os fuisteis” (la única película que fui a ver al cine dos veces en el mismo fin de semana). Ella estaba fantástica. Pero Marcia es Marcia y cuando supe que se habían enemistado me tuve que decantar. Y lo peor fue que todo mi odio hacia Teri repercutió en un odio aún más profundo hacia su personaje.


Y yo creo que los guionistas también se decantaron, porque a partir de la segunda temporada todo cambió.

Porque Teri Hatcher empezó a perder líneas de guión en cantidades directamente proporcionales a los gramos de botox que se inyectaba. Y eso a mí me hacía feliz.

Durante los primeros episodios de la segunda temporada cada vez que salía Susan Mayer yo me dormía.

En este momento su personaje se ha quedado atrás, está perdido y depende de cualquier otro que le preste una trama. Una pena.

Pero bueno, al menos tiene un Globo de oro. Marcia no, pero tiene unos ojos bellísimos y no hay nadie en el mundo al que le siente mejor un vestido verde.



05 mayo 2006

24 cuarta temporada

Hay series con malos y buenos. Es el abc del drama. Héroe y antagonista. Ángela Channing, Alexis Carrington, Henry Gale. Pero los malos son seres humanos con limitaciones. El malo sólo funciona cuando esas limitaciones no salen a la luz. El malo no tiene piedad, y lo más importante: su causa está por encima de todo. El malo no tiene alma.

Un T1000. Ese es un malo. No discute, no lo alteras, no hace más que querer matarte todo el tiempo. Y a nosotros nos han enseñado que los agentes del servicio secreto americano tienen que ser T1000.

Para que sea verosímil, el agente del servicio secreto si no está en Matrix tiene parecer que está. Es listísimo, juega todas sus cartas, hace llamadas, le salen clones, está siempre. Si te despistas y entras a una peluquería, será él el que te esté lavando el pelo porque un buen agente del servicio secreto es omnipresente. Y a no ser que estemos en "Génesis" cuando dispara, da.

El traje también es importante. Una buena corbata, eso intimida mucho. Negro. Siempre. Gafas. Uhhh, los pelos de punta.

Para despistarlos hay que ser muchísmo más listo que ellos. Un Michael por ejemplo, un Locke. Inteligencia. Eso es lo que puede con ellos.

El problema de las series con agentes del servicio secreto es que cuando son los malos, a los buenos no se los cargan nunca. Entonces la cosa falla. Uno suspende la incredulidad, la suspende, la suspende más, pero no. Sigue sin creérselo.

En Prison Break - spoiler- El Smith de pacotilla se carga a todo Dios menos a los que se tiene que cargar. Esto no puede ser. No puede ser que su compañero salga huyendo de él y se vaya a su casa, deje a su mujer haciendo las maletas y le diga, "cariño vuelvo en media hora y nos vamos a Jamaica". No. Estamos hablando de un nivel de eficacia máximo. Vale que luego lo arreglan con un "estudiamos juntos en la Uni, no puedes hacerle nada a mi mujer" pero no me vale, llévatela a un hotel y haz todo igual. Eso es verosímil. La verosimilitud en el concepto "malo" consiste en pensar más rápido que nadie, ir por delante y si cometes un error que sea estúpido, pequeño e insignificante aunque letal -fin del spoiler.

En 24 los malos no son agentes del servicio secreto, son terroristas. En la cuarta temporada los malos son islamistas. Eso los convierte en agentes del servicio secreto porque los islamistas tienen una causa clara. Los islamistas se inmolan ¿qué puede haber más letal que eso? Al terrorista le da igual morir. Es un T1000, va a matarte siempre y no se le va a mover un pelo si le apuntas. Su causa está por delante. Así que la eficacia de estos personajes es que se mantienen en sus trece y por eso nos dan terror.


La cuarta temporada de 24 (no leas si la vas a ver) engancha porque hay un matrimonio musulmán con un hijo. Pero el chico es casi más americano que árabe. Estudia en el instituto y tiene una novia americana. Ese día los padres van a hacer volar el planeta o algo así. El chico además tendrá que ayudar para elevar su alma. ¿Pero qué pasa? que el chico no quiere, cosa que me parece super normal. La madre es una asesina despiadada que mata a la novia de su hijo. La causa, la causa, no lo olvidemos. El hijo participa como puede y entre lágrima y lágrima sale por patas. El padre decide matar a su hijo -la causa, ya sabemos- así que la madre se subleva. Ante la causa, ante el marido, ante Mahoma. Y se va a salvar a su hijo porque es su madre claro.

Entonces... tenemos una madre que se iba a inmolar que se mete en el coche con su hijo y va a huir con él para salvarlo. Bien. A un padre que los persigue para matarlos porque este señor tiene claro lo que es, su motivación y los cojones en su sitio. Este hombre es un malo real.

¿Qué pasa? que los encuentra. Y qué hace, dispara, coño, como tiene que ser. Dispara a su mujer y la hiere. Entonces, esta mujer que se iba a inmolar ahora está herida. El hijo está huyendo del padre que era lo que ella quería. Porque el chico sigue conduciendo y parece que no los sigue ni Dios. Es verdad, nadie los seguía. Y entonces el chico dice algo como "vamos a ver al tío Paco, a su clínica que te va a curar".

La que se iba a inmolar por la causa dice que vale. Pero a ver. ¿No ibas a dar tu vida por Dios? ¿No cambiaste a Dios por tu hijo? Pues da la vida ahora por tu hijo, ¡desangrate! no vayas al hospital. Encima al de tu hermano que tu marido va a estar allí y ¡¡¡va a encontrar al chico!!!!
Vale que el disparo tiene que doler, pero esta mujer es una terrorista, tiene que quedarle algún ápice de sentido común.

Todo esto contado así parece atolondrado. Pero en situaciones de pánico todo se atolondra. La cuestión es que el marido, el más malo de todos, que por principios tenía que ser más listo que nadie, se va a hacer sus cosas. Volar el planeta no es fácil. Es consciente de que su mujer está herida y hace un par de llamadas a hospitales. Pero no va a plantarse en la puerta del hospital donde trabaja su cuñado para esperar a su hijo y matarlo. No, eso no.

O sea, su esposa herida tiene un hermano que es médico y el marido llama a otros hospitales. Al final el hijo va solo al hospital a ver a su tío para que le de medicinas para curar a su madre (se las pondría en una canastilla con una servilleta roja seguramente). La madre, la de la causa, se queda en el hotel claro. No vaya a ser que se canse de tanta lucha.

Y el chico no tiene ningún problema. En el hospital no hay nadie... ni rastro del padre. El tío lo atiende de puta madre, "La familia ¿bien?","¡sí gracias tito!". Pero el tío que es más listo que nadie y que desconfía de su propio sobrino, porque le ve algo de greña y un sudor extremo, coge y llama al padre. "Oye, que tu hijo está aquí".

Y claro, la cosa se desmadra. llega el padre, uff, un lío. Lo demás no lo puedo contar porque dejé de verla en ese preciso momento. Recuerdo tiros y poco más. 24 terminó para mí en el momento en que dejé de creérmela.

Porque uno puede comprender muchas cosas, yo puede suspender mi incredulidad y dejarme llevar hasta cierto punto. Pero hay cosas que no se deben tocar nunca. Los malos son malos, listos y eficientes. La verosimilitud en este tipo de series es esencial, y en el caso de los malos, de los malos de raza, de los buenos hijos de puta, solo se tiene que limitar a una premisa: que maten a cualquier precio y si es a costa de su vida, mucho mejor.

04 mayo 2006

¿Quién necesita heroína cuando tiene subtítulos?

Son muchísimas series y no damos abasto. Yo soy chica así que tengo un problema doble, veo las series que todo el mundo ve y además, veo las series de chicas.

Lo bueno de ser chica es que puedes pasar de cosas como Alias o Galáctica. Mi coeficiente de suspensión de incredulidad debe ser bastante bajo porque cuando oigo las tramas de Galáctica me descojono. Cada capítulo parece un clon del anterior, suele haber un topo, una conspiración y quieren echar a la presidenta que me parece que es Mary McDonnell. La escucho de lejos mientras plancho, mis datos no son fiables. Pero sé que no la soporto.

Y Alias está claro que es una serie para chicos porque para ver modelitos nosotras ya tenemos la Instyle y esas pelucas imposibles de la Garner no nos las tragamos.


Lo mío son las dosis de realidad. Necesito un culebrón siempre. Y cuando digo culebrón digo serie con mujer entre dos hombres.

Tengo en la cabeza 3 series que me marcaron: “Dawson crece”, “Felicity” y “Sexo en NY”. Y pongo las tres en el saco porque casualmente aquí en España terminaron más o menos por la misma época. Época gloriosa en que uno veía la serie en una cadena una vez por semana, como tiene que ser y no como ahora que es un sinvivir.

Fueron más de 6 años de angustia y cuando eso pasa pides COHERENCIA. Pides que todo haya valido la pena, que las esperas y los capítulos de mierda hayan servido para algo. Porque cuando uno ve series así, lo único que pide es una cosa: que los protas acaben juntos.

Sexo en NY es diferente claro, porque sus guiones eran maravillosos y las relaciones amorosas de Carrie importaban poco, no obstante, uno pide coherencia. Poco antes de que Sexo en NY dejara de emitirse yo estaba desesperada porque los finales de Dawson crece y de Felicity habían sido un despropósito. (en este momento debes dejar de leer si pretendes verlas algún día).

El caso Dawson:

"Dawson crece" era una serie de 6 temporadas creada por Kevin Williamson. Fue la serie que dio a conocer a Kathie Holmes y que marcó a toda una generación de corazón adolescente y cuerpo de treinteañero en paro (Kevin Smith era uno de ellos).

Principalmente nos enganchamos por una primera temporada de guiones cojonudos, con capítulos llenos de guiños, de gracia y de amor al cine (como el de Halloween). Una temporada con tanto peso que nos hizo olvidarnos de que lo siguiente era más parecido a “Sensación de vivir” que al “Club de los cinco”.

"Dawson crece" contaba la historia de un chico llamado Dawson (James Van der Beek), cinéfilo y fan de Spielberg hasta la médula, que tiene una gran amiga llamada Joey Potter -un clon de Jo March pero con pelo largo y modales de señorita- que lo ama en secreto. Si metemos en el grupo al mejor amigo del prota, Peacy (Joshua Jackson) ya tenemos culebrón.


Nombres como Sam y Diana, Brenda y Dillan, Ally y Larry reverberan siempre juntos en nuestros corazones aunque el inmenso garrote de la realidad los haya separado. Pero para eso está la ficción. Para hacer justicia.

Diana se había separado de Sam en Cheers porque Shelley Long dejó la serie tras años de avisos. Brenda la dejó porque quería una subida de sueldo y al pobre Larry (Robert Downey Jr.) se lo llevaron a la cárcel.

Dawson y Joey eran la clave. Nada hacía presagiar que el final podía ser diferente. Un beso final. Eso era lo único que necesitábamos.

Pero no. Peacy había ganado un montón de fans y los guionistas se cagaron de miedo. Peacy era un rebelde, un personaje con gracia, totalmente opuesto a la sosez del prota y ¡claro que nos encantaba! Nos encantaba para que le quitara a Joey una temporada, pero en cuanto Joey era suya, queríamos que volviera a los brazos de Dawson.

De eso se trata. Siempre. De una montaña rusa de subidas y bajadas entre rebeldía y sosez, rebeldía y aburrimiento, rebeldía y Dawson…

Montaña rusa con destino final. Destino único. El momento en el que Joey y Dawson eran FELICES PARA SIEMPRE. Porque la serie se llamaba “Dawson crece” y no “Peacy crece”. Y punto.

Los guionistas decidieron que Dawson iba a conocer a Spielberg. Me la suda Spielberg. Ojo! que yo también lo quiero conocer, pero de ahí a convertirlo en premio de consolación del prota. ¡A la mierda! ¿Pero a quién se le ocurrió?

La salida fue proponer que Dawson y Joey no debían estar juntos porque eran almas gemelas. ¿QUÉ? ¡NO ERAN ALMAS GEMELAS! ESTABAN ENAMORADOS. ESO ERA AMOR. Qué coño de almas gemelas. Pues nos gustaba ese incesto. Nos gustaba que acabaran juntos. Tenían que acabar juntos. Pero al final no fue así.

Dawson lograba cumplir su sueño, era un director de Hollywood y hacía una serie. El capítulo acaba con Joey y Peacy abrazados en el sofá de casa viendo la serie dirigida por Dawson. Ese final me hizo llorar durante una hora porque sencillamente sentí que había perdido el tiempo durante 6 años. Ahora que lo pienso, por comparación, debí llorar más.


El caso Felicity:

Hay guionistas y guionistas. Como todo culebrón, Felicity iba de un triángulo, pero sus guiones eran preciosos. Las pinceladas superficiales las daban unos secundarios que no llegaron a cuajar hasta bien entradas 3 temporadas. Pero los tres protas eran personajes que se movían en la verdad.

Felicity (Kery Russell) era una chica de su casa, de lo más panoli, que iba a estudiar medicina en una universidad que su padre había decidido por ella. El día de la graduación, durante la firma de anuarios, habla por primera vez con el chico de sus sueños, Ben (Scott Speedman), que le cuenta con exquisita amabilidad que se irá a estudiar a Nueva York y que le hubiera encantado conocerla mejor. Felicity se toma las palabras de Ben demasiado en serio y lo deja todo para irse a estudiar a Nueva York, a la misma universidad que él, para comprobar una vez allí, que él sigue siendo el mismo borde que en los pasillos del instituto ni se enteraba de su presencia.

Los dos protagonistas eran un encanto, pero es que encima llegó el tutor de Felicity, Noel, que no era otro que Scott Foley (ex de la Garner) y a todas se nos dividió el corazón.

Noel era culto, ingenioso, tranquilo y Ben un mujeriego sin muchas luces pero con cuerpo de infarto y sonrisa que desarmaba ¿Cómo elegir?

La primera temporada de Felicity te dejaba el corazón en un puño. Ella debía decidir si pasar el verano con Ben o quedarse con Noel. Se sube a un taxi y paff, créditos, en toda la cara. No lo supimos hasta varios meses después.

Por supuesto que hubo montaña rusa, no podía ser de otra manera, para eso era un culebrón, para eso era un triángulo. Y en principio ella debía acabar con Ben. O al menos eso era lo que dejaba entrever el primer capítulo. Pero el personaje de Noel era maravilloso. Y qué coño. La serie no se llamaba “Ben crece”. Ellos eran dos. Dos protas para una chica. Podía quedarse con cualquiera. Y debía quedarse con Noel.

Los guionistas tuvieron miedo, pero hicieron algo mejor que “Dawson crece”. En la 4ª temporada se sacaron de la manga un VIAJE EN EL TIEMPO.

Felicity y Ben están juntos. Es la definitiva. Estudian juntos, son felices, él se había pasado a la medicina, casi se iban a casar… pero pasa lo inevitable. Él le pone los cuernos. ¡Otra vez! Y entonces hay un libro mágico, un conjuro o un golpe en la cabeaza y ¡zas! ella viaja en el tiempo. ¡¡¡Unos dos años hacia atrás!!!! Y entonces sucede. En una escena repetida, Felicity cambia el pasado y en vez de elegir a Ben, elige a Noel. Y viven ese final alternativo ayudados por un destino de segunda mano.

Pero yo, que no era tonta y sabía de qué iba la cosa, a pesar del subidón de que por fin la serie girara en el sentido correcto, me olí que aquello era un plan hurdido para hacernos soñar, para hacernos vivir las dos opciones. Si en la nueva dimensión Felicity estaba con Noel era porque en la dimensión real no iba a estarlo ni de coña.

Era un regalo de los guionistas, un caramelo para fans de Scott Foley, para que descubramos por nuestra cuenta que sería un terrible error que Felicity y Noel acabaran juntos. Para que no nos cupiera ninguna duda de que era con Ben y solo con él, con quien tenía que terminar.

Y así sucedió. Pero al menos fuimos testigos de la otra cara de la realidad. La realidad deseada. La fantástica realidad que nunca fue.

Fue duro, pero coherente. Ben había sido el primero y no fue descabellado que acabara siendo el último.


El caso Bradshow:

Estas dos decepciones, una con llanto, otra no, hacían presagiar que Sexo en NY acabaría en tragedia.

Carrie Bradshow (Sarah Jessica Parker) era un alma solitaria. ¿Qué iba a hacer? ¿casarse?

Pues claro. Debía casarse. Debía descubrir que se puede tener glamour en una mano y un anillo precioso en otra. Cómo no. Pero claro, daba miedo. ¿Iba a ser eso coherente? La serie había defendido hasta la extenuación la soltería, y siempre había salido airosa.

El personaje de Big (Cris Noth) era de lo más antipático, pero era el único posible.

Aidan era monísimo (John Corbett) ¡pero era más soso que Dawson! Y Carrie no necesitaba eso. Ese hombre no sabía ni qué era Prada, por Dios. Una vez se metió con el armario de… no quiero ni acordarme.

Se inventan a un seductor ruso para despistar y un exilio a París. ¡Marvelleux! Carrie no necesita mediar entre dos hombres. La montaña rusa final era un juego entre dos ciudades Nueva York y París.

Y que Carrie se quedase con Big fue anecdótico. Porque Carrie se quedó con Nueva York. Sola y enamorada, recorriendo la quinta avenida con sus Manolos. No podía fallar.

Las últimas 3 temporadas de Sexo en NY han sido un ejemplo de coherencia y de buen gusto. En realidad toda la serie lo fue, pero no recuerdo haber llorado tanto en una serie como lo hice durante la 4ª temporada de Sexo en NY. (Me pasa con Prison Break, pero eso es al final de cada capítulo y más que llanto es un ataque de histeria).

Por esta falta de coherencia he decidido dejar de ver culebrones. Pero eso lo decidí después de empezar a ver “las chicas Gilmore” y “Verónica Mars”.

Así que ahora tengo que rezar para que Rori acabe con Dean y Verónica con Logan y que ninguna solicitud de aumento de sueldo ni embolia del guionista pueda impedirlo. Aún quedan años para saberlo. Gracias a dios.